jueves, 12 de diciembre de 2013

Una charla con la almohada

Demasiado sin escribir en el blog, las circunstancias son las que son. Pero he decidido sacar un rato y escribir algo que se me ocurrió hace un par de noches. Hoy no hablaré de baloncesto, ni de música. Hoy me convertiré por un rato en filósofo de tres al cuarto.



Supongo que le pasará a todo el mundo, no me tengo por tan especial, pero hace dos noches me acosté y empecé a dar vueltas en la cama. No era capaz de dormirme. Y claro, ¿qué haces cuando estás en la cama, quieres dormirte y no eres capaz? Pensar, darle motivos a tu cerebro para que no se duerma. Pues bien, en esas andaba yo. La diferencia de esta ocasión con la mayoría es el destino que eligió mi cabeza para divagar. Ese destino no es otro que el sentido de la existencia.

Las ovejas se ríen de ti cuando no eres capaz de dormir.
Ciertamente es un tema del que ya muchos han reflexionado, escrito o lo que les haya parecido bien. Probablemente alguien habrá dicho lo mismo que yo estoy diciendo ahora, pero como no conozco a ese alguien lo haré de todos modos.

Cuando no puedo dormir, suelo recurrir a levantarme, coger los cascos y el móvil y enchufarme la música hasta quedarme dormido. Resulta irónico quedarse dormido con rock o heavy metal, pero bueno, así soy yo. El caso (divago bastante, lo sé, me recuerda no sé qué profesor de la carrera) es que en esta ocasión la música no ayudó, si no que fue el detonante de la bomba filosófica. La canción que prendió la mecha fue "Wrong Side of Heaven" de Five Finger Death Punch. Viene de un álbum titulado "The Wrong Side of Heaven and the Righteous Side of Hell" que significa  el lado equivocado del cielo y el lado correcto del infierno.


Mi primer pensamiento de índole filosófica fue el clásico, ¿cuál es la razón de nuestra existencia? ¿Para qué vivimos? Ponte a pensarlo si nunca lo has hecho. Cuando mueras, te llorará tu familia, te llorarán tus amigos. Ellos te recordarán. ¿Y qué? Nada cambiará te recuerden o no. No importa que te recuerde el mundo entero porque fuiste alguien importante. Estás muerto como lo estaremos todos. Este es el punto en el que aparece la solución divina a nuestros problemas. El comodín que ha alejado los miedos de la débil mente humana durante su existencia. Ese comodín no es otro que Dios.

Cuando muramos nuestro alma vivirá eternamente en el cielo. Entonces ese cielo debe estar superpoblado. El lado equivocado del cielo, the wrong side of heaven. Por si alguien que me lee no lo sabe o no se ha dado cuenta aún, soy ateo y muy antieclesiástico (que no antirreligioso). A pesar de ello, al estudiar una carrera tan científica, en ocasiones me asaltan las dudas, porque los mecanismos que rigen nuestro mundo son tan complejísimos que cuesta creer que no estén diseñados.

Una broma friki, no puedo evitarlo.

Llegado a este punto, mi mente tomó un desvío hacia la condición humana. Y este desvío me parece la parte más sustancial de lo que escribo. El ser humano es la peor obra de diseño que jamás se haya visto. Aún siendo en un principio el único animal capaz de razonar, nunca nos ponemos de acuerdo. A pesar de ser el único ser con conciencia del bien y el mal, de tener ética, seguimos obrando mal a sabiendas.

No me excluyo del montón, casi nadie puede. Me tengo a mí mismo por una buena persona, pero sin embargo, jamás he ayudado a nadie de verdad, en algo que fuese duro para mí. Mientras escribo esto pienso en lo poco altruista que soy, en mi egoísmo, pero soy tan hipócrita que mañana se me olvidará esto y seguiré haciendo lo de siempre.

Somos el centro de nuestros pensamientos, es indudable.
Pero la mayor ironía y estupidez presente en el ser humano es su propio egoísmo. Aún pensando en sí mismo, nuestras preocupaciones cotidianas son exámenes, salir del trabajo, ganar más dinero, etc. Nosotros mismos nos ponemos los límites. Y nos los ponemos a un nivel bajísimo. Por si no fuéramos ya de por sí bastante insignificantes, nos cortamos las alas, no vayamos a convertirnos en algo mejor. Le ponemos a nuestra visión como límite el horizonte, y ni siquiera existe. Dejamos que el futuro guíe nuestro presente, cuando tampoco existe.  Si Dios realmente existe, y nos creó a su imagen y semejanza, no puedo hacer otra cosa que compadecerme de él, porque en lugar de expandir sus límites los encogió en un mundo más pequeño y mediocre.


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